El pasado 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Y aunque hay muchos logros y avances sin precedentes hasta hoy, lamentablemente ningún país ha alcanzado la igualdad de género.
La sociedad ha dado grandes pasos, estamos en la era digital y nuevos horizontes se dibujan rápidamente. Hace 50 años llegamos a la Luna; en la última década, se ha descubierto nuevos ancestros humanos y se ha podido fotografiar un agujero negro por primera vez. Sin embargo, las mujeres no pueden todavía decidir sobre su cuerpo, acceder a las mismas opciones laborales que los hombres o tener el mismo nivel de representación que los hombres en los órganos políticos.
Tras las elecciones del pasado 7 de febrero fueron electas asambleístas 52 mujeres (el mismo número que las que terminan su mandato el próximo 14 de mayo), lo que representa un 37,95%. En el mismo sentido, de las 17 listas que presentaron candidaturas a Asambleístas Nacionales, sólo 4 estaban encabezadas por mujeres y sólo 2 resultaron electas (Pierina Correa y Wilma Andrade) y de las 16 candidaturas presidenciales, sólo había una candidata a presidenta y 9 a vicepresidenta; ninguna mujer en segunda vuelta.
En otro ámbito y según el informe “Merco Empresas y Líderes Ecuador” realizado por el Grupo Análisis e Investigación, de las 100 personas más influyentes del país, sólo 17 son mujeres (el 17%. Si bien la persona más influyente del país es mujer (Isabel Noboa), la segunda (María Isabel Parra) ocupa el puesto 19 y la tercera (Virgina del Carmen Batos de Barria) el puesto 25.
En base a los datos que hemos podido recolectar a través de nuestras encuestas, el 11% de personas ecuatorianas mayores de 16 años considera que las mujeres tienen más oportunidades en Ecuador que los hombres, el 51% cree que tienen las mismas oportunidades y el 28% cree que las mujeres tienen menos oportunidades. Las primeras diferencias las encontramos al cruzar por sexo. El 17% de los hombres considera que las mujeres tienen menos oportunidades, mientras que entre las mujeres el 36% (19 puntos más) cree que tiene menos oportunidades que los hombres.
Tratando de dar un paso más, preguntamos a las personas encuestadas por la situación en casa, en concreto: “¿en tu casa a día de hoy las mujeres trabajan menos, igual o más que los hombres en los quehaceres domésticos?”. Una de las diferencias tradicionales que arraiga la inequidad de género va en función de quién realiza las tareas en el hogar. En la actualidad ecuatoriana, el 46% cree que las mujeres tienen una mayor “dedicación”, 28% la misma que los hombres y el 11% menos que los hombres. Por sexo, entre las mujeres encuestadas el 54% cree que las mujeres trabajan más en los quehaceres domésticos; entre los hombres encuestados, en el 34% de sus hogares las mujeres trabajan más que los hombres. La opción menos es similar entre hombres y mujeres, pero la opción igual es 20 puntos superior entre los hombres que entre las mujeres. Por clase económica también se perciben diferencias. Para la clase baja, el 48% responde que las mujeres se dedican más que los hombres a las tareas domésticas, sin embargo, entre la clase media-alta la cifra se reduce hasta el 33%.
Otra diferencia importante la percibimos cuando preguntamos a las personas encuestadas ¿a qué dedica más tiempo a lo largo del día? El 67% de las mujeres dedica más tiempo al cuidado del hogar y de la familia, 21% a capacitarse, 11% a trabajar y 1% a estar con amigos. Entre los hombres, el 37% dedica más tiempo a trabajar, el 31% a estudiar /capacitarse, el 30% al cuidado del hogar y de la familia y el 3% a estar con amigos. Diferencias muy claras.
Solo a las mujeres encuestadas les preguntamos “¿Sientes que has tenido que renunciar a tus objetivos profesionales para dedicarte al cuidado del hogar y de la familia?”. El 65% respondió afirmativamente, cifra que se eleva hasta el 72% entre las que sólo tienen estudios básicos, 71% entre las mujeres de clase baja y 75% entre las mujeres en edad profesional (de 35 a 50 años). Las mujeres de clase baja son las que más han visto afectada su vida profesional pasando del 71% entre la clase baja, al 64% de la clase media-baja, al 58% de clase media y el 27% de las mujeres de clase alta que, especialmente por su situación económica, han podido compaginar su situación en el hogar con su desarrollo profesional.
En comparación con sus madres, el 20% de las mujeres cree que su calidad de vida ha mejorado mucho, el 20% bastante, el 43% poco y el 10% nada. También vemos una evolución positiva por edades; mientras que el 14% de las mujeres cree que ha mejorado mucho su calidad de vida en comparación con sus madres, las mujeres entre 35 y 50 años lo consideran en un 17%, las mujeres de 20 a 35 años en un 21% y las menores de 20 años en un 23%. Por clase también hay una gran diferencia, pasando del 17% de mucho en la clase baja al 41% entre la clase media-alta.
La comparación con sus abuelas es más notable. El 32% cree que ha mejorado mucho su calidad de vida, el 20% bastante, el 28% poco y el 8% nada. Por edades no hay tanta diferencia, pero sí por clase pasando del 22% de mucho en la clase baja al 52% en la clase media. También por educación, donde se pasa del 20% de mucho entre las que sólo han terminado la primaria, al 49% de las mujeres que tienen estudios superiores.
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